Todas las proyecciones lo decían. Este 2015 sería otro año de crecimiento más bien moderado en la industria del acero internacional y la causa principal está en Asia. La desaceleración de China y los subsidios que tiene su industria del acero afectan el negocio global y golpean también a los mercados latinoamericanos, incluido el chileno, donde los productores piden medidas correctivas de la autoridad.

Juan Pablo Silva, economista del Instituto Chileno del Acero (ICHA), explica que una de las causas de la situación que enfrenta la industria global de este metal es la “sobreproducción” de 350 millones de toneladas de acero sin utilizar de China.

En la práctica y luego de que, a fines de 2010, la economía china alcanzara su mayor tasa de crecimiento, comenzó una desaceleración que atacó el sector inmobiliario y con ello, la inversión en construcción, motor del crecimiento de la demanda de acero.

Así y para evitar un colapso en su industria, el Gobierno chino mejoró las condiciones al envío de productos al exterior y ese país se convirtió en el mayor exportador de acero del mundo, desplazando a Japón. Los precios internacionales cayeron 54% en 5 años, lo que señala “devastó la industria siderúrgica mundial”.

El análisis es compartido por Ernesto Escobar, gerente general de CAP Acero, quien precisa que la industria global enfrenta un escenario complejo como consecuencia de la “sobre capacidad instalada a nivel global pero, en particular, en China”, país que produce aproximadamente 50% del acero que consume el mundo. Desde 2000, el gigante asiático ha aumentado seis veces su capacidad instalada, incluso sin realizar una adecuada evaluación de la demanda esperada de sus planes de urbanización de la población rural y la construcción de infraestructura necesaria.

Todo esto —explica Escobar— da como resultado un crecimiento inorgánico de la oferta de acero mundial.

Juan Pablo Silva explica que por esta situación ya surgieron acusaciones de comercio injusto en EE.UU. y la Zona Euro, principalmente contra las compensaciones gubernamentales chinas y los daños al medio ambiente.
En esto coincide el director general de la Asociación Latinoamericana del Acero (Alacero), Rafael Rubio, quien asegura que la industria del acero global atraviesa dificultades propias derivadas de la presión exportadora china “en condiciones que no respetan las reglas de la Organización Mundial de Comercio (OMC)”.

En los últimos cinco años, China duplicó su participación en el mercado latinoamericano, pasando de 6 puntos de participación al 13% actual.

“En 2014, América Latina recibió 8,3 millones de toneladas de acero desde China y se espera que este año lleguen 9,7 millones de toneladas. Con estas cifras, nuestra región se ha convertido en el segundo mercado más importante para China, solo superada por Corea del Sur. Estos productos están llegando a nuestros mercados a precios de dumping, gracias a los subsidios que obtienen de su gobierno”, agrega Rubio.

El encargado del organismo regional añade que en el continente americano existen hoy 96 medidas antidumpingvigentes relacionadas con el acero y de ellas, 53 son contra China.

Llamado a autoridades

El escenario en Chile no es muy diferente. China ya es el principal importador de acero en nuestro país, representando casi el 50% durante 2014, según datos del ICHA.

Esto ha tenido un serio impacto en la industria local. Por ejemplo, CAP Acero paralizó sus líneas de producción de planos a mediados de 2013, ante la imposibilidad de competir con el acero chino. Ello derivó en la detención de uno de sus dos altos hornos y la pérdida de 1.100 puestos de trabajo.

“Frente a la amenaza que constituyen las distorsiones al comercio, solo cabe apelar a las instancias que ofrece la legislación vigente con el fin de evitar la destrucción gradual pero permanente de la base industrial del país”, estima su gerente general, quien insta a la autoridad a “buscar medidas correctivas” que contengan y reparen los daños, según lo dispuesto por la OMC y la norma actual.

Escobar destaca que muchas naciones ya han resuelto la imposición de tasas antidumping, aranceles compensatorios o salvaguardias, con el objeto de contener esta competencia distorsionada, generando a la vez un desvío del comercio hacia aquellos mercados que aún no lo han hecho.

Respecto de cómo debería enfrentar la industria nacional el “efecto China”, Ernesto Escobar considera que “la industria siderúrgica local debe operar con altos estándares de eficiencia productiva para mantener sus costos competitivos. Por otra parte, obliga a la elaboración de propuestas de valor, basadas en las ventajas que ofrece el suministro nacional”.

Fuente: La Segunda

Un panorama difícil es el que atraviesa la industria del acero, no solo porque ha disminuido la inversión y con ello, el consumo de este metal, sino que también por la preponderancia que el producto de origen chino ha logrado en el concierto internacional y la débil trazabilidad que se ha detectado en la aleación importada.

Con todo, el acero tiene múltiples y variados usos. En la construcción, se utiliza en barras de refuerzo para hormigón y estructuras metálicas, estanques y tuberías de gran diámetro; en la minería, en barras para molienda del mineral; en mallas y fijaciones como pernos y tornillos, y herramientas para la construcción, implementos para la agricultura y equipos para camiones, entre otros.

Según cifras de la Asociación de Industriales Metalúrgicos (Asimet), el consumo total aparente de acero en el país tuvo su peak en 2012 —coincidente con el llamado ciclo de oro del cobre— con 3,141 millones de toneladas, de las cuales 54% eran importadas y 46% correspondían a despachos nacionales.

Asimismo, la proyección de consumo total aparente para 2015 en el país será de 2,5 millones de toneladas, de las cuales 62% será importado y 38% corresponderán a despachos nacionales.

Para este año también se estima que el consumo por familias de aceros será de 1,4 millones de toneladas de productos largos (barras de refuerzo, barras para la molienda, perfiles pesados, alambrón y perfiles livianos); 1,120 millones de toneladas de productos planos (laminados en caliente, plancha gruesa, laminados en frío, revestidos, hojalata, inoxidable), y 96 toneladas de tubos (tubos con costura, sin costura, con costura aleados, inoxidables).

Ello coincide con las estimaciones del Instituto Chileno del Acero (ICHA), donde prevén que este año el consumo de acero podría caer en 9% alcanzando las 2,5 millones de toneladas.

“Para 2016, si la inversión pública se materializa, creemos que el consumo aparente de acero se podría recuperar, y quizás crecer entre 2% y 3 %”, señala Juan Carlos Gutiérrez, director ejecutivo del ICHA.

En este sentido, resalta que las variables más relevantes son la inversión en construcción y en minería, transformándose en las componentes que le dan velocidad a la demanda de consumo de acero.

“Para tener una idea, en 2011 post terremoto, la tasa de crecimiento de la componente inversión en construcción y otras obras llegó a 12%. En ese año el consumo aparente superó las 3 millones de toneladas. Luego, la velocidad de crecimiento de la inversión fue cayendo y con esto, el consumo aparente de acero también, cada vez se consume menos, porque se está invirtiendo menos”, puntualiza.

No hay que perder de vista que según cifras de la Asociación Latinoamericana del Acero (Alacero) desde China, entre enero y mayo de este año, llegaron 526.000 toneladas, representando 14% del total de envíos chinos a Latinoamérica.

Desde Asimet, su presidente Juan Carlos Martínez asegura que “la industria del acero (siderurgia) se encuentra enfrentada a dos situaciones sobre las cuales tiene poco o nada de control: un alto costo de la energía eléctrica, insumo que incide en un gran porcentaje en el costo de producción, y una competencia desleal con productos que provienen de países como China, que estarían sujetos a fuertes subsidios del Estado y, además, distorsiones flagrantes de precios”.

En materia de inversiones, el líder de Asimet señala que en minería la cifra es negativa, mientras que sí hay inversiones en construcción, especialmente en el sector inmobiliario. Sin embargo, las demás áreas están estancadas en cuanto a inversión.

En este contexto, el director ejecutivo del ICHA explica que la industria del acero vive un complejo escenario como consecuencia de la contracción de la demanda, producto de la reducción de la inversión en minería e infraestructura, y en menor grado también por la construcción.

“Esta misma industria tiene que hacer frente a las distorsiones que se provocan por la sobreoferta de productos de acero a nivel mundial, y que Chile no escapa a esta realidad, siendo vulnerable a la llegada de productos fuera del estándar técnico, a bajo precio”, plantea.

A su juicio, “Chile es una economía abierta, que ha dado buenos resultados para los consumidores, sin embargo, en el ámbito del acero, la falta de regulaciones, de orden técnico o los déficit de control generan espacios de vulnerabilidad del cumplimiento de los requerimientos técnicos mínimos”.

Regulaciones
Chile es un país sísmico y, por ende, la calidad del acero empleado es fundamental. Un organismo que vela por el cumplimiento de normas y estándares es el ICHA. Su presidente Sergio Contreras asegura que en el país existen “algunas regulaciones y medidas, pero no son suficientes, porque no actúan directamente y no controlan las condiciones de origen de fabricación del producto”.

La opinión es compartida por el titular de Asimet, quien sostiene que “existen normas técnicas, pero no son suficientes, no están todos los productos cubiertos. Es necesario generar más normas y certificaciones y esto naturalmente tiene que ser acompañado de la fiscalización correspondiente”.

En esta dirección, un aspecto clave es la trazabilidad de los productos, es decir, que haya una huella, y que en el caso del acero se pueda seguir su camino desde el momento en que se fabricó.

“No hay una buena trazabilidad. Existe, por supuesto, pero no es suficientemente buena. Por eso, en el Instituto Chileno del Acero estamos trabajando para lograr un mejor aseguramiento de la calidad y, consecuentemente, su trazabilidad”, afirma el presidente del ICHA.

En efecto, una de las preocupaciones de la organización ha sido tener una normativa actualizada, de acuerdo con lo que hoy existe en el mundo, por lo que “tenemos la referencia correcta”.

Sin embargo, precisa Sergio Contreras, “no tenemos regulaciones al interior del país para asegurar una trazabilidad y un aseguramiento de la calidad de los productos que los distribuidores están poniendo en el mercado”.

“Hemos detectado que los aceros no cumplen en gran medida las condiciones normativas, pero la cumplen en niveles suficientemente pequeños como para que no sea inquietante”, afirma.

Por ello, el ICHA ha redoblado los esfuerzos para dar seguridad al país, a través de exhaustivos análisis de la calidad de los aceros que llegan a Chile, labor que se ha desarrollado mediante el programa Monitoreo de Barras para Hormigón Armado, ejecutado durante varios años.

“Hemos descubierto que muchas de las barras que llegan no cumplen con las condiciones normativas chilenas. Por eso y habiendo tomado conciencia del problema, proponemos que haya un control que asegure la trazabilidad y una posibilidad que hay para lograr eso es que la Aduana exija los certificados correspondientes”, asevera.

En la práctica, se busca que, teniendo esa información y control, Aduana autorice el ingreso de ese material, porque —precisa— “hoy el distribuidor que vende el acero tiene la obligación de entregar el certificado. Pero eso lleva a que no hay ningún tipo de control, puede entregar cualquier cosa”.

Desde la Cámara Chilena de la Construcción, su presidente (s), Sergio Torretti, destaca que Chile cuenta con una industria del acero cuyos procesos productivos y los materiales que elabora son de alta calidad y cumplen con estándares de nivel mundial.

A su juicio, en un ambiente de economía de libre mercado y en igualdad de condiciones, las empresas productoras deben evidenciar la calidad de los productos que ofrecen.

“Es importante que el acero importado cumpla el 100% del estándar normativo exigido al acero nacional y que el Estado compruebe que se respete dicho estándar. Así, los consumidores pueden optar por aquellos productos que les ofrezcan condiciones más competitivas”, asegura.

El Servicio de Aduanas, en su opinión, debe cumplir adecuadamente la obligación de fiscalizar la trazabilidad de las partidas de acero que ingresan al país, razón por la cual “pusimos al tanto de esta situación al Ministerio de Hacienda y le solicitamos que refuerce dicha labor”.

Respecto de las empresas constructoras, Torretti resalta que éstas tienen la obligación de utilizar acero que cumpla con los estándares que fija el marco normativo, razón por la cual exigen el certificado que indica que el producto cumple con la norma.

“En todo caso sería importante que dicho certificado se entregue en el país de destino y no en el de origen”, asegura.

Fuente: La Segunda

Sergio Contreras, Presidente del Instituto Chileno del Acero, invita a todos los socios de la entidad a una actividad exclusiva para ellos, en donde se abordará la situación actual del mercado del acero en Chile y Latinoamérica, el estado de las inversiones en el país por sector económico y zona geográfica, y las acciones desarrolladas por ICHA en torno a la regulación técnica de la industria.

Exponen: Rafael Rubio, Director General de Alacero; Orlando Castillo, Gerente General de Corporación de Bienes de Capital; Sergio Contreras, Presidente de ICHA; Juan Carlos Gutiérrez, Director Ejecutivo de ICHA.

Fecha: martes 22 de septiembre 2015.

Lugar: Hotel Intercontinental (Avenida Vitacura 2885).

Inscripciones aquí

Programa

Más información en comunicaciones@icha.cl o al teléfono +56 2 24216588

Las industrias siderúrgicas de Argentina -al igual que las de otros países latinoamericanos- denuncian que las importaciones de acero provenientes de China son desleales y que este país no puede considerarse una “economía de mercado”. Esto afecta negativamente la rentabilidad de las empresas provocando despidos masivos que las siderúrgicas se vieron obligadas a realizar.

Sin condiciones de mercado y producido en fábricas estatales, el acero chino es un 6% más barato que el del resto del mundo, por lo cual las industrias regionales difícilmente puedan competir con un “Goliat” de este tamaño. Además, según consideran las patronales siderúrgicas, la desaceleración de la economía china está provocando que este país quiera colocar en Argentina (y Latinoamérica en general) los excesos que ya no puede ubicar en su mercado.
Un dato duro alarmante para considerar es que China produce la misma cantidad de acero que el resto del mundo (49,5 % de la producción mundial) y –de acuerdo a lo que se puede advertir sobre este régimen totalitario– las condiciones de trabajo y la mano de obra que se emplea es considerada “insalubre” y los empleados –cuasi esclavos- trabajan más de lo debido para satisfacer una demanda “exacerbada”.

Según informó la Asociación Latinoamericana del Acero (ALACERO) en el primer bimestre de 2015, China embarcó hacia la región latinoamericana 1,7 millones de toneladas de acero laminado, 41% más que las 1,2 millones de toneladas registradas el año anterior. Asimismo, de la mano de esto aumentaron las importaciones de productos manufacturados con acero (productos metalmecánicos) como bicicletas, máquinas o heladeras, lo cual también alerta a otras industrias locales.

Este organismo además advirtió que el uso del acero en China creció apenas 1% en 2014 y la proyección es que siga decreciendo, no obstante ello las siderúrgicas chinas no han bajado el ritmo de producción.

El dumping, o vender en el exterior por debajo del costo de producción para ganar participación de mercado, es ilegal según las normas de la Organización Mundial del Comercio, por lo cual mediante un comunicado del pasado junio los empresarios de la Cámara Argentina del Acero solicitan que China no sea considerada “economía de mercado” (estatus que muchos países le han conferido) y que se detengan o regulen las importaciones provenientes de ese país.

Por cada millón de dólares que ingresan en productos de China, se pueden perder hasta 64 empleos en América Latina“, alertó la entidad.

En Argentina la empresa más destacada del sector -Techint-, ubicada en la localidad de Campana (a 70 km. de Buenos Aires) elabora tubos de hierro para la industria petrolera y ha sido muy afectada por la injerencia china en el mercado. Esto presionó a reducir la capacidad operativa de la industria lo que devino en suspensiones rotativas a 3.300 empleados.

“La entrada de productos de acero provenientes de China a través de prácticas de comercio desleal nos afecta desde el punto de vista del volumen en nuestro nivel de producción y en la rentabilidad”, advirtió Paolo Rocca, presidente de la organización Techint a Report Acero.

Hace 5 años atrás China tenía una participación de 6% en el mercado regional y ahora ya abastece el 13% del consumo de acero de la región. Esto alarma no solo a la industria siderúrgica sino a todos los argentinos -y latinoamericanos- que son testigos de cómo el régimen chino se va esparciendo como un virus en las células de los mercados locales.