El Templo Bahá í, inaugurado en 2016, se ha transformado en un nuevo atractivo turístico de Santiago. Ubicado en la zona precordillerana de la comuna de Peñalolén, pocos saben que el edificio está construido en gran parte con acero, material que forma parte del corazón de la estructura.
Por estar emplazado en una zona altamente sísmica, la obra demandó soluciones de ingeniería innovadoras para garantizar que resistirá posibles temblores, así como diversas condiciones climáticas, por lo menos para los próximos 400 años.
Es así, como el diseño -realizado por la oficina Hariri Pontarini Architects, consideró una superestructura de acero que se construyó sobre un anillo de cimentación. Esta se apoya en las almohadillas de aislamiento sísmico para acomodar el movimiento del suelo. Nueve alas idénticas están separadas por ventanas en forma de media luna, y se estrechan a medida que se elevan para encontrarse en espiral en el vértice.
Cada ala está hecha de 850 longitudes de perfil delgado de acero y conexiones nodales, similares a las venas de una hoja, que forman un marco que soporta más de 450 toneladas de revestimiento a medida; mármol translúcido para los paneles interiores y de vidrio fundido para el exterior.
Fabricado en Alemania por Gartner Steel and Glass GmbH, conocidos por sus complejas estructuras tridimensionales, el marco se construyó con fresadoras CNC CNC de corte por plasma y 5 ejes, con la capacidad de mover una pieza o una herramienta en cinco ejes diferentes simultáneamente.
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