En el marco del lanzamiento de su reporte de sostenibilidad, Aceros AZA, el mayor reciclador de chatarra ferrosa y principal productor de acero verde del país, hizo público una serie de desafiantes compromisos sociales, medioambientales y de gobernanza de cara a las siguientes décadas.

La actividad, además de convocar a representantes de gremios, asociaciones, clientes, proveedores y colaboradores de Aceros AZA, reunió también a los miembros del directorio, encabezado por su presidente, Jorge Matetic Riestra. Además, contó con la participación especial del reconocido conductor de televisión y vocero en temas de sostenibilidad, Amaro Gómez Pablos, y la directora ejecutiva del Centro de Innovación en Ciudades de la Universidad del Desarrollo, Francisca Astaburuaga.

“Desde nuestro rol tenemos que ser agentes de cambio, motor de desarrollo e impulso en nuestra economía. Es por eso que, entre muchas otras acciones, durante 2021 reforzamos nuestro compromiso con el crecimiento, aprobando 48 proyectos de inversión por US$ 31,4 millones”, aseguró el presidente del directorio de Aceros AZA, Jorge Matetic.

La compañía, que ya venía trabajando gran parte de sus directrices estratégicas medio ambientales con anterioridad, estableció -entre otras iniciativas- una Hoja de Ruta Hacia la Carbono Neutralidad que orienta sus esfuerzos en una agenda destinada a mejorar la eficiencia energética en sus procesos, introducir la electromovilidad e incorporar energías renovables no convencionales.

“La sostenibilidad es parte de nuestro ADN. Llevamos 18 años reportando voluntariamente nuestro desempeño económico, social, de buena gobernanza y ambiental, pero sin duda esta versión tiene un componente especial. En este documento no sólo transparentamos lo que hicimos durante 2021, sino también establecimos metas claras que nos llevarán a ser una compañía más inclusiva y aún más comprometida con el cuidado del medio ambiente”, destacó en su intervención el gerente general de Aceros AZA, Hermann von Mühlenbrock.

Valorizar el 100% de los residuos para 2025, reducir en un 20% el consumo de agua por tonelada de acero producido para 2030 y que el 100% de los productos fabricados sean Net Zero para 2050, son solo algunos de los objetivos que tiene Aceros AZA para las próximas décadas. En esta línea, la arquitecta y docente de la UDD, Francisca Astaburuaga, realizó una interesante exposición sobre la importancia de usar productos sustentables en la construcción, ya que es un pilar fundamental para conseguir ciudades más amigables con el ecosistema.

“Una ciudad circular es aquella que promueve la transición de una economía lineal a una circular de forma integrada en todas sus funciones en colaboración con los ciudadanos, las empresas y la comunidad investigadora. Esto significa fomentar modelos comerciales y comportamientos económicos que desvinculen el uso de recursos del desarrollo económico, manteniendo el valor y la utilidad de los productos, componentes, materiales y nutrientes durante el tiempo que sea posible para cerrar los ciclos de materiales y minimizar el uso nocivo de recursos y la generación de desechos”, afirmó la especialista.

En Chile, el sector de la construcción es uno de los más importantes consumidores de acero, en todas sus formas y tipos.  Alrededor del 70% del total de acero consumido en un año, va destinado a la construcción, en la forma de barras de refuerzo, alambrones, planchas de todo tipo, perfiles estructurales pesados, entre otros.  Del total de acero consumido en 2020, el 37% fue producido en el país, lo que equivale a unas 900 mil toneladas.  Como sabemos, la producción de cualquier material genera pérdidas que tienen impacto económico y ambiental.  En el caso del acero, su producción necesariamente utiliza chatarra, agua, gas, energía, oxígeno, minerales como el hierro, la caliza y el carbón entre otros, pero también se generan gases como el CO2, polvos y escorias.

La industria mundial del acero está consciente de tales impactos y trabaja con ahínco hacia una economía circular, enlazando sus procesos con otras industrias para que los efectos de su producción sean ahora considerados como coproductos y no como residuos que contaminan, o van a parar a un relleno.  Es el caso de las escorias que la industria siderúrgica produce y que, a través de un procesamiento eficiente, pasan a convertirse en áridos que sirven para la construcción de caminos, lo que es sinérgico con la industria del cemento y la construcción.  En nuestro país esto ya es parte de una realidad, que es necesario destacar pues también se puede extender a la industria minera del cobre, el gran productor de escorias del país.

La producción de acero nacional genera anualmente unas 360 mil toneladas al año de escorias, las que en más del 70% se vuelven a reutilizar como insumo de la industria cementera, actividad que alimenta luego la industria de la construcción, resolviéndole un problema creciente de este rubro.  Sin embargo, la construcción demanda 11 millones de metros cúbicos de áridos, muchos de los cuales se obtienen de fuentes informales. Debe señalarse que la norma NCh163, que trata acerca de los morteros y áridos para hormigón, ha sido actualizada recientemente e incorpora las escorias siderúrgicas, lo que permitirá no sólo un uso eficiente de este coproducto del acero, sino también facilitar su aplicación en nuestra economía circular.

Es que dados los objetivos y metas que se ha colocado el país, para mitigar su emisión de gases efecto invernadero, el desafío es contar con un ecosistema de industrias con el mismo objetivo, donde los diferentes rubros productivos nacionales sean parte de la solución.  La firma de tratados con el mundo industrializado traerá amenazas, pero también oportunidades lo que nos debe motivar para afianzar estas relaciones comerciales de largo plazo con los países desarrollados, en especial si somos un país exportador de vinos, frutas, productos de la industria forestal, minerales y cobre. La amenaza de impuestos verdes a estas exportaciones, impuestos que serán colocados en la frontera, traerá consecuencias insospechadas para la próxima generación y cuya solución está en la economía circular.