El 28 de abril es el Día de la Seguridad del Acero. Esto coincide con el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo de la Organización Internacional del Trabajo.

El Día de la Seguridad en el Acero se estableció en 2014 para reforzar la conciencia sobre las causas más comunes de incidentes de seguridad, entre ellas, caídas, golpes, fracturas y quemaduras. El objetivo es crear un entorno de trabajo más seguro en toda la industria del acero de todo el mundo.

El Instituto Chileno del Acero, además de promover el uso del acero respetando la normativa vigentes, está permanentemente preocupado de la correcta aplicación de los distintos productos de acero y, entre ello, que las personas realicen su trabajo en el ambiente más seguro posible.

Juan Carlos Gutiérrez, director ejecutivo del ICHA, señala que “la seguridad en la industria del acero es y debe ser siempre un prioridad absoluta. Por esto, además de promover la calidad en los productos, hay que preocuparse de la calidad del trabajo y la salud de las personas”. Sin estos últimos factores, dice el ejecutivo, “ninguna obra cumplirá con los estándares necesarios”.

La compañía, socia de ICHA y que durante casi dos décadas ha reportado de manera ininterrumpida, recientemente publicó la edición N°19 del Reporte de Sostenibilidad de Aceros AZA, dando cuenta de los principales avances y desafíos en materias relacionadas al desempeño ambiental, social y de gobernanza.

El documento, dividido en siete capítulos, refleja el trabajo realizado por la compañía durante 2022, explicando desde una mirada general la razón de ser de la empresa, pero también desde un punto de vista específico importantes hitos relacionados con su estrategia y modelo de sostenibilidad.

“Estamos orgullosos de ser una de las empresas pioneras en realizar este tipo de reportes. Lo anterior, no solo nos permite transparentar información a nuestros públicos de interés, sino que también podemos ver de manera gráfica la evolución de los temas relevantes en materia ASG, demostrando un compromiso real para mejorar nuestro desempeño”, comentó la jefa de Sostenibilidad de Aceros AZA, Daniela González. 

La aprobación de su compromiso ambiental para ayudar a disminuir en 1,5° la temperatura del planeta, por parte de Science Based Target Iniciative (SBTi), transformándose en la primera siderúrgica chilena y la segunda en Latinoamérica en conseguirlo; el crecimiento y fortalecimiento de la red de recicladores; la ejecución de un sólido plan de inversiones y la creación de una nueva gerencia para proyectar el negocio en el exterior, son solo algunas de las novedades que se pueden encontrar en esta nueva edición. Revisa la edición N°19 de nuestro reporte en el siguiente enlacehttps://www.aza.cl/reporte-sostenibilidad-2022/

ICHA, en su calidad de integrante de la Mesa de Economía Circular del Instituto de la Construcción, lo invita a responder una breve encuesta cuyo objetivo es: establecer las competencias y capacidades existentes en materias de Economía Circular y su respectiva demanda de parte del mercado.
 El tiempo estimado de respuesta es de 8 minutos
 La encuesta puede ser contestada de manera anónima
El enlace para acceder a la encuesta es: https://forms.gle/BdM3aQWyCHwtPhCb7
La encuesta está dirigida a profesionales y técnicos del sector construcción con el objetivo de
situar una línea base sobre conocimientos de Economía Circular desde el ejercicio profesional. A
partir de sus resultados, se podrán generar propuestas y actualización de programas de formación.

Con la visión de establecer en Chile la cultura de una construcción circular, que permita el desarrollo sostenible de la industria, se firmó un compromiso para impulsar la Estrategia de Economía Circular en Construcción, una iniciativa de creación colaborativa en la que participaron como actores activos la Cámara Chilena de la Construcción (CChC), el Instituto de la Construcción (IC) y Construye2025 de Corfo, programa impulsado por Corfo.

Esta firma se realizó en el marco de Edifica 2022, la feria de construcción más importante de Hispanoamérica que, tras tres años, volvió a la presencialidad, mostrando las principales innovaciones de la industria y, además, generando conciencia en el sector, con un espacio dedicado a la gestión de residuos, dando cuenta del impacto que estos generan en el entorno.

La ceremonia contó con la participación de Pedro Plaza, vicepresidente de la Cámara Chilena de la Construcción y presidente del Consejo Sostenibilidad de la misma entidad; Ricardo Fernández, presidente del Instituto de la Construcción; Pablo Ivelic, presidente de Construye2025, además de Ximena Ruz, directora de la Agencia Sustentabilidad y Cambio Climático y Fernando Hentzschel, gerente de Capacidades Tecnológicas de Corfo.

La economía circular, en este sentido, se presenta como un medio para avanzar en la sostenibilidad de la industria de la construcción, abriendo múltiples oportunidades de innovación y nuevos modelos de negocio y emprendimiento para todos los actores de la cadena de valor, permitiendo un uso más eficaz de los recursos, minimizando los residuos e impactos ambientales desde el diseño. Así, la estrategia busca generar un plan de acción público-privado al 2025, en el marco de la Hoja de Ruta Nacional de Economía Circular al 2040.

También destaca la creación del Comité de Economía Circular del Instituto de la Construcción, con más de 30 representantes de la academia, entidades públicas y privadas, dentro de ellas el Instituto Chileno del Acero (ICHA), que participan activamente en sesiones colaborativas para proponer y concretar acciones libremente y de acuerdo con sus capacidades, propiciando sinergias.

La estrategia de economía circular en la construcción pretende establecer en Chile la cultura de construcción circular, entendiéndola como una oportunidad para el desarrollo sostenible, social, ambiental y económico de la industria, a través del incentivo de iniciativas coordinadas entre el sector público, privado, la academia y la validación ciudadana.

Estas alianzas han sido cruciales para lograr los objetivos desde un estilo de colaboración que han permitido co-crear la estrategia de economía circular en construcción y ponerla en práctica. Para más información, puede visitarhttps://economiacircularconstruccion.cl/

Las industrias requieren de un socio estratégico que les permita potenciar sus modelos de economía circular, donde el reciclaje de chatarra para producir acero verde es un elemento clave de este proceso.  Es por eso que Proindar, empresa del Grupo Arrigoni que se especializa en grating electro-forjado, tiene una alianza con Aceros AZA que le permite introducir al mercado parrillas de piso -con altos estándares de calidad- que se alinean con las actuales exigencias de sustentabilidad.

Gracias a su estrategia y visión respecto a materias primas y cuidado del medio ambiente, a través de la asociación con AZA, durante 2021 Proindar logró reciclar y reinsertar en el mercado 188 toneladas de chatarra ferrosa. “Nuestras soluciones están hechas con acero reciclado y fabricado en Chile, lo que nos posiciona como una empresa que puede asegurar cumplir con la demanda del mercado del acero, independiente de las condiciones y contingencias globales”, afirma Claudio Espinoza, subgerente comercial de Proindar, que potencia el cuidado del ecosistema mediante sus soluciones de acero reciclado.

Aceros AZA es el mayor reciclador de chatarra del país y principal productor de acero verde, con una capacidad instalada de 520 mil toneladas de acero anuales. Este es el acero 100% reciclado con que Proindar fabrica las parrillas de piso, línea de peldaños, barandas, cercos industriales y otras aplicaciones en arquitectura y vialidad que Proindar comercializa en Chile. Mediante esta alianza estratégica, la filial de Grupo Arrigoni entrega soluciones en grating electro-forjado con calidad certificada bajo NCh 203 y precisión dimensional certificada para fabricación y dimensionado bajo NCh 3572.     

El uso del grating (parrilla de piso) continúa siendo prioritario para la fabricación y soluciones afines en diversas industrias donde los proyectos requieren de seguridad y garantía. Proindar opera en mercados de la gran minería, manufacturera, metalmecánica y metalurgia. Algunos de sus clientes activos son Codelco, Compañía Minera Doña Inés de Collahuasi, Minera Escondida, SQM, BHP Billiton, Fundición Alto Norte, Ingeniería y Construcción Sigdo Koppers (ICSK), EECOL, PEIDE, CMPC, y Celulosa Arauco.  

En el marco del lanzamiento de su reporte de sostenibilidad, Aceros AZA, el mayor reciclador de chatarra ferrosa y principal productor de acero verde del país, hizo público una serie de desafiantes compromisos sociales, medioambientales y de gobernanza de cara a las siguientes décadas.

La actividad, además de convocar a representantes de gremios, asociaciones, clientes, proveedores y colaboradores de Aceros AZA, reunió también a los miembros del directorio, encabezado por su presidente, Jorge Matetic Riestra. Además, contó con la participación especial del reconocido conductor de televisión y vocero en temas de sostenibilidad, Amaro Gómez Pablos, y la directora ejecutiva del Centro de Innovación en Ciudades de la Universidad del Desarrollo, Francisca Astaburuaga.

“Desde nuestro rol tenemos que ser agentes de cambio, motor de desarrollo e impulso en nuestra economía. Es por eso que, entre muchas otras acciones, durante 2021 reforzamos nuestro compromiso con el crecimiento, aprobando 48 proyectos de inversión por US$ 31,4 millones”, aseguró el presidente del directorio de Aceros AZA, Jorge Matetic.

La compañía, que ya venía trabajando gran parte de sus directrices estratégicas medio ambientales con anterioridad, estableció -entre otras iniciativas- una Hoja de Ruta Hacia la Carbono Neutralidad que orienta sus esfuerzos en una agenda destinada a mejorar la eficiencia energética en sus procesos, introducir la electromovilidad e incorporar energías renovables no convencionales.

“La sostenibilidad es parte de nuestro ADN. Llevamos 18 años reportando voluntariamente nuestro desempeño económico, social, de buena gobernanza y ambiental, pero sin duda esta versión tiene un componente especial. En este documento no sólo transparentamos lo que hicimos durante 2021, sino también establecimos metas claras que nos llevarán a ser una compañía más inclusiva y aún más comprometida con el cuidado del medio ambiente”, destacó en su intervención el gerente general de Aceros AZA, Hermann von Mühlenbrock.

Valorizar el 100% de los residuos para 2025, reducir en un 20% el consumo de agua por tonelada de acero producido para 2030 y que el 100% de los productos fabricados sean Net Zero para 2050, son solo algunos de los objetivos que tiene Aceros AZA para las próximas décadas. En esta línea, la arquitecta y docente de la UDD, Francisca Astaburuaga, realizó una interesante exposición sobre la importancia de usar productos sustentables en la construcción, ya que es un pilar fundamental para conseguir ciudades más amigables con el ecosistema.

“Una ciudad circular es aquella que promueve la transición de una economía lineal a una circular de forma integrada en todas sus funciones en colaboración con los ciudadanos, las empresas y la comunidad investigadora. Esto significa fomentar modelos comerciales y comportamientos económicos que desvinculen el uso de recursos del desarrollo económico, manteniendo el valor y la utilidad de los productos, componentes, materiales y nutrientes durante el tiempo que sea posible para cerrar los ciclos de materiales y minimizar el uso nocivo de recursos y la generación de desechos”, afirmó la especialista.

En Chile, el sector de la construcción es uno de los más importantes consumidores de acero, en todas sus formas y tipos.  Alrededor del 70% del total de acero consumido en un año, va destinado a la construcción, en la forma de barras de refuerzo, alambrones, planchas de todo tipo, perfiles estructurales pesados, entre otros.  Del total de acero consumido en 2020, el 37% fue producido en el país, lo que equivale a unas 900 mil toneladas.  Como sabemos, la producción de cualquier material genera pérdidas que tienen impacto económico y ambiental.  En el caso del acero, su producción necesariamente utiliza chatarra, agua, gas, energía, oxígeno, minerales como el hierro, la caliza y el carbón entre otros, pero también se generan gases como el CO2, polvos y escorias.

La industria mundial del acero está consciente de tales impactos y trabaja con ahínco hacia una economía circular, enlazando sus procesos con otras industrias para que los efectos de su producción sean ahora considerados como coproductos y no como residuos que contaminan, o van a parar a un relleno.  Es el caso de las escorias que la industria siderúrgica produce y que, a través de un procesamiento eficiente, pasan a convertirse en áridos que sirven para la construcción de caminos, lo que es sinérgico con la industria del cemento y la construcción.  En nuestro país esto ya es parte de una realidad, que es necesario destacar pues también se puede extender a la industria minera del cobre, el gran productor de escorias del país.

La producción de acero nacional genera anualmente unas 360 mil toneladas al año de escorias, las que en más del 70% se vuelven a reutilizar como insumo de la industria cementera, actividad que alimenta luego la industria de la construcción, resolviéndole un problema creciente de este rubro.  Sin embargo, la construcción demanda 11 millones de metros cúbicos de áridos, muchos de los cuales se obtienen de fuentes informales. Debe señalarse que la norma NCh163, que trata acerca de los morteros y áridos para hormigón, ha sido actualizada recientemente e incorpora las escorias siderúrgicas, lo que permitirá no sólo un uso eficiente de este coproducto del acero, sino también facilitar su aplicación en nuestra economía circular.

Es que dados los objetivos y metas que se ha colocado el país, para mitigar su emisión de gases efecto invernadero, el desafío es contar con un ecosistema de industrias con el mismo objetivo, donde los diferentes rubros productivos nacionales sean parte de la solución.  La firma de tratados con el mundo industrializado traerá amenazas, pero también oportunidades lo que nos debe motivar para afianzar estas relaciones comerciales de largo plazo con los países desarrollados, en especial si somos un país exportador de vinos, frutas, productos de la industria forestal, minerales y cobre. La amenaza de impuestos verdes a estas exportaciones, impuestos que serán colocados en la frontera, traerá consecuencias insospechadas para la próxima generación y cuya solución está en la economía circular.

El hidrógeno verde será el combustible que nos permitirá en un plazo de 30 años, cambiar de forma importante la actual generación de los gases efecto invernadero, que como sabemos, nos llevan a un verdadero desastre global ambiental. En el caso de Chile, se abren tremendas oportunidades para nuestro desarrollo, porque este gas obtenido del agua mediante procesos electroquímicos que se alimentan de energías renovables, como las provenientes de fuentes eólicas o del sol, podrían convertirnos en un gran productor de este combustible a nivel mundial.  En ese futuro cercano, no sólo podremos exportar cobre verde, sino también litio verde, hidrógeno y fertilizantes verdes, con el distintivo de haber sido producidos con una huella de carbono muy pequeña y para el mundo. Y esto porque nuestro país es uno de los pocos privilegiados en contar con una superficie tan iluminada como la del desierto de Atacama.

Y si de metales para el desarrollo se tratan, el acero también será uno de aquellos que podrán en Chile ser producidos con una mínima huella de carbono, incluso abrir espacios de exportación para productos de acero verde, que el mundo requerirá y probablemente a un precio más atractivo que el commodity habitual. Contar con más acero verde chileno, también permitirá cubrir nuestras necesidades en la construcción de manera sostenible, que se complementará con las buenas prácticas de la economía circular.

En la actualidad nuestro consumo per cápita de acero en Chile es de 146 kilogramos por habitante y en 30 años más, éste podría llegar a 260. Nuestra industria acerera podría abastecer un tercio o más de este consumo, lo que requerirá nuevas inversiones para transformar el uso de los combustibles fósiles, por los de hidrógeno verde. La industria local ya está dando pasos al respecto, con planes de transición y pruebas a escala industrial para emplear el nuevo combustible.

Pero para llegar a este estatus, donde el hidrógeno verde sea realmente el gran combustible, el país requiere trabajar en varios ámbitos, sin los cuales los objetivos se distanciarán en el tiempo.  Habrá que crear o modificar nuestras regulaciones, para poder incentivar la demanda del nuevo combustible. Por ejemplo, el uso en el transporte minero, o el uso en buses, o transportar el gas por la red de las tuberías hasta los hogares e industrias.  

Cuestiones como éstas, que parecen simples, pueden ser obstáculos que requerirán grandes acuerdos público – privado, sin los cuales no tendremos las bases para sustentar estos cambios.  Implicará la generación de un nuevo marco legal nacional, con contratos a largo plazo para reducir los riesgos en las inversiones, no sólo para la oferta, sino también para la demanda. Y esta demanda, no es sólo la local, sino también la de clientes en el extranjero, que nos aseguren el consumo.  Grandes desafíos nos esperan con el hidrógeno verde, que muchos no lo ven.  Por lo menos, no he escuchado de nuestra clase política una clara posición que marcará el desarrollo de la próxima generación.

En los últimos años, nuestro país ha realizado importantes esfuerzos para ir avanzando en certificaciones, evaluaciones ambientales, nuevos estándares para la construcción sustentable de las viviendas y medir el ciclo de vida de algunos materiales de construcción, con el propósito de poder seleccionar los materiales con menores impactos ambientales.  También está el poder ir formando a las nuevas generaciones de profesionales del sector, en educarse en estas materias que finalmente impactarán en todas las nuevas edificaciones que demande nuestra sociedad.  Mal que mal, una obra tiene una larga vida útil, que puede llegar a 70 o los 100 años, antes de ser demolida y en el curso de esa vida, consumió energía, materiales además de haber generado impactos en su entorno.

En una economía circular, nos vemos obligados a evaluar las decisiones de una edificación, en toda su extensión, es decir, desde que nace, hasta que muere ésta.  No basta con elegir los materiales sólo por su costo, pues esa ha sido una de las razones del porqué la economía lineal no responde al cuidado medioambiental.  Pensemos, por ejemplo, que en Chile los residuos que se generan sólo durante la etapa de la construcción se estiman que alcanzan a unos 57 kg/m2 y alrededor del 5% de esa cifra, son residuos metálicos.  Estos residuos corresponden principalmente a despuntes y mermas de acero de todo tipo y que, por una gestión inadecuada en la construcción, podrían o se pierden en rellenos o lugares de depósito, lo que incrementa el problema ambiental, social y económico derivado de estos residuos.

¿Y a cuánto equivale esa cifra? En un año normal, en nuestro país se construyen alrededor de 19 millones de metros cuadrados, por lo que los residuos metálicos alcanzarían a unas 56 mil toneladas de acero.  Esta es una cifra importante que, en términos relativos, representa el 2% de consumo de acero del país, es decir, unos US$ 25 millones al año.

Una forma de reducir estas pérdidas es la de incrementar la industrialización en la construcción, que permite eliminar los desperdicios, entre los cuales están los residuos metálicos.  Y el acero por su naturaleza, es muy afín a los procesos de industrialización, porque las tareas de prefabricación pueden realizarse en taller, donde el control de producción es óptimo y dejando el montaje para el sitio de la obra.  

Para dar más impulso a la economía circular, la reciente Ley de Responsabilidad Extendida del Productor y Fomento del Reciclaje – REP – podría ser mejorada para valorizar en general, los residuos de la construcción, hoy ausentes en esta ley y que, al ser considerados como residuos, pueden representar obstáculos para su uso.  Si bien la actual regulación no prohíbe el uso de residuos en otras industrias, la definición clara para delimitar qué son residuos y qué son subproductos, ayudaría a dar más empleo, evitando que estos materiales pasen a disposición final.

Hace falta fomentar la recolección y separación en las obras, para facilitar que se separen los productos reciclables o reusables, de los que no lo son para desechar de forma diferenciada y a menor costo.