Al hablar de calidad en la construcción, se viene a la memoria lo ocurrido en el invierno de 1997 con el caso de las viviendas Copeva, momento en el cual se dejó en evidencia la desastrosa calidad de un conjunto de viviendas sociales en Puente Alto. Y tan sólo un año antes, se habían introducido importantes normas relativas a la calidad de la construcción a través de la Ley 19.472 que modificó finalmente la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones. Este dramático acontecimiento que tuvo evidente impacto social nos permite entrar en la temática de la calidad de la construcción y su relación con el cumplir con las expectativas de quienes habitan en una vivienda, o usan una infraestructura.
Los profesionales que participan en un proyecto saben que estas expectativas están basadas en la calidad de los documentos técnicos, tales como los diseños, los planos del proyecto, las especificaciones técnicas de los materiales, en el cumplimiento del contrato, los reglamentos y las leyes. Las normas técnicas, son una herramienta fundamental en las especificaciones y éstas se deben considerar como el piso mínimo a cumplir en cualquier proyecto. Pero para cumplir las expectativas en la calidad de la obra, son necesarias al menos otras dos condiciones: la calidad de los materiales y la calidad de la construcción y montaje.
El acero, como material estructural, posee tremendas cualidades para la productividad que benefician la calidad de la obra. Ya sea que éstas empleen el acero junto con el hormigón o como un elemento estructural del edificio, se trata de un material con propiedades mecánicas perfectamente predecibles y las partes y piezas estructurales, exhiben tolerancias dimensionales muy estrechas. Esta predictibilidad, nace en la usina siderúrgica y continúa luego en el taller de la fabricación de los elementos estructurales, donde todo es ajustado al milímetro. En la maestranza, el control de calidad es intenso y la fabricación de la estructura, se desarrolla en un ambiente controlado de las actividades, como son el corte, la soldadura, el doblado, apernado, el pintado o el galvanizado. El montaje también es un proceso constructivo que se beneficia del acero, ya que las piezas se pueden unir en terreno como un perfecto mecano, mejorando la productividad.
Como es obvio, resulta preocupante que un proyecto no cumpla los requisitos de calidad que indican las normas técnicas, en momentos en que el mercado mundial de los materiales de construcción está ajustado frente a la oferta, producto de los efectos postpandemia. Por ese motivo, toda la industria de la construcción, incluyendo a las autoridades, debe estar atenta y responder a las expectativas de los habitantes del país, así como tiene también la misión de exigir el cumplimiento de las normas y especificaciones. Porque, aunque resulte latero, lo que hace 24 años ocurrió en un conjunto de viviendas sociales, nos sirva para entender los aspectos elementales de lo que significa la calidad en la construcción.
La madera, un material que ha sido esencial para el desarrollo de la humanidad, ha ido tomando un lugar cada vez más destacado en la arquitectura moderna y en el campo de la ingeniería, en particular por sus innegables beneficios estético-estructurales y ahora, por sus incomparablemente bajos impactos en los gases de efecto invernadero y en la economía circular. Esto representa oportunidades mucho más interesantes, cuando las empezamos a pensar uniendo las bondades del acero con la madera.
Desde el punto de vista del comportamiento, las estructuras de acero y madera son híbridas, algo parecido lo que ocurre con las estructuras acero y hormigón. En ambos casos, el acero es un excelente material para resistir cargas en tracción, mientras que la madera reacciona muy bien a la compresión. Y muchos de los principios del diseño de hormigón armado también podrían aplicarse a la “madera armada”. Por lo tanto, al construir con armadura híbrida de madera, ésta debe colocarse encima de la armadura en compresión y el acero debe colocarse en la cuerda inferior para que esté en tracción.
Otra gran oportunidad, es que la combinación de acero y madera nos permite mejorar la respuesta sísmica de una estructura, debido a que ésta tiene una alta relación resistencia / peso, por lo que los edificios de madera y acero son más livianos que otros tipos de edificios. Esto presenta otra gran ventaja en los terremotos, pues el acero le agregará ductilidad a la estructura de madera y podrá deformarse sin colapsar. Por otro lado, el acero que ya tiene un contenido de reciclaje puede usarse para reforzar los elementos estructurales de madera, haciendo que esta combinación híbrida de acero y madera aumente la sostenibilidad.
En muchos países las ordenanzas de construcción limitan la altura y área en la construcción de madera debido a consideraciones de seguridad contra incendios. Pero hay menores limitaciones si la madera se usa con un material no combustible como el acero. En el fuego, los miembros de madera se carbonizan en la exposición al fuego, pero si éstos tienen un núcleo de acero, conservan su resistencia y rigidez en virtud del núcleo más frío y por lo tanto, su desempeño es predecible y el colapso es poco probable. Por lo tanto, las estructuras híbridas de acero y madera funcionan mejor en caso de incendio.
En Chile los ejemplos pertinentes de edificios de acero y madera, son aún escasos pero con un franco avance en calidad y con claras ventajas medioambientales, considerando que nuestro país tiene larga experiencia en producción maderera y en acero. Obras interesantes, son los edificios de aeropuertos a lo largo del país, que muestran la madera trabajando arquitectónicamente con el acero. Una obra referente, ha sido el edificio del Pabellón chileno de la Expo Milán 2015, que combinó perfectamente las ventajas de la madera y el acero, pues una vez que el edificio cumplió su misión en Italia, fue desarmado y reinstalado en Temuco. Un ejemplo de construcción sostenible y circular.